jueves, 16 de febrero de 2012



A mi hermano lo metieron preso

Dice papá que lo querían cagar a palo
como entre 9, eran
demasiados a la salida de Samsara
un boliche bien
cumbiero y que entonces el Matias sacó
un revolver de juguete que tenia en el auto y
los sacó a los tiros.
A los tiros falsos de amenazas y puteadas:
Vamos negros de mierda
a ver si la arrancan ahora.
La cana entonces lo agarro porque un
cagón fue de toque
a prenderles la sirena.

Ahora le llevaron una frazada y empanadas
que seguro un rasti le va a entregar con mala onda, todas
abiertas para controlar que no tengan droga.
O una gillete.
U otra gillete.
Papá no entiende porqué salió así si somos gente
buena. Tiene auto. Tiene
una linda novia. Tiene
suerte, de todo. Tiene.

Mariano tiene miedo de saltar al río desde el árbol.
Quiero hacerlo para demostrar que
 puedo ser valiente como un hombre pero no me
 dejan. Y lo veo a mi hermano trepar por el viril tronco con
sus piernas que tiemblan,
llegar a la cima, los cachetes colorados y mi papá:
-Saltá, no seas maricon-. Salta
 y el agua le camufla las lágrimas cuando el aire
saca a flote sus 25 kilos, sus 8 años, sus incontables rulos.
Todo mojado.
Con la Griselda nos reímos acompañamos las risa de papá.
Decimos es más cagón es.
De ese día tengo una foto con el Matías subidos en un inflable,
con los ojos cerrados por el sol,
él con un chaleco salvavidas regalo de
reyes. A mí me tapa la desnudez una malla que me hizo mamá en sus días de
creativa resistencia.
Estamos juntos y nos empuja  el arroyo a cualquier parte.

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